Netflix confirmó un acuerdo valorado en cerca de US$83.000 millones para adquirir los estudios de cine y televisión de Warner Bros., además de la plataforma HBO Max, en lo que sería la mayor operación corporativa realizada por una empresa de streaming. La transacción, que combina efectivo y acciones, se concretará tras la separación del negocio de televisión en una nueva compañía pública llamada Discovery Global. Si recibe luz verde de los reguladores, el cierre está previsto para el tercer trimestre de 2026.
El anuncio llegó después de semanas de una intensa guerra de ofertas en la que Netflix superó propuestas de Paramount Skydance y Comcast, posicionándose como el comprador preferido. Según lo informado, cada accionista de Warner Bros. Discovery recibirá US$23,25 en efectivo y US$4,50 en acciones de Netflix por título. El mercado reaccionó con una leve alza de 1,22% en las acciones de WBD en preapertura, mientras que Netflix retrocedió 2,33% tras la noticia.
La operación consolida un movimiento que redefine por completo el mapa del entretenimiento global. La integración del catálogo de Warner (que incluye sellos icónicos como DC Studios, HBO, Warner Bros. Motion Pictures y franquicias como Harry Potter y Friends) con la maquinaria global de distribución de Netflix significaría un salto histórico en volumen, propiedad intelectual y posicionamiento competitivo.

Los codirectores ejecutivos de Netflix calificaron la adquisición como una oportunidad para integrar “dos de las bibliotecas más poderosas del mundo”, combinando clásicos como Casablanca con producciones emblemáticas del streaming moderno. Desde Warner, David Zaslav aseguró que la unión permitirá llevar historias “a más audiencias y más plataformas de lo que jamás ha sido posible”.
El acuerdo contempla una tarifa de ruptura de US$5.000 millones que Netflix deberá pagar si los reguladores bloquean la transacción, una señal de la complejidad del proceso y del nivel de riesgo que ambas partes reconocen.
La sombra regulatoria y el lobby que ya empezó en Washington
El capítulo regulatorio será el eje del debate durante 2026. Funcionarios de la Casa Blanca ya habrían expresado inquietudes antimonopolio, argumentando que el poder de mercado de Netflix justificaría una revisión profunda de la operación. El director ejecutivo de Paramount Skydance, David Ellison, viajó a Washington para presentar sus objeciones ante funcionarios y legisladores, insistiendo en que permitirle a Netflix absorber los activos de Warner Bros. “cambiaría el equilibrio competitivo de la industria” y afectaría la pluralidad del mercado audiovisual.
Paramount criticó duramente el proceso, acusando a la junta de Warner de haber favorecido a Netflix desde el inicio y calificando la venta como “un proceso mancillado”. Asegura que la transacción tiene pocas probabilidades de aprobarse debido al historial regulatorio global y al creciente escrutinio sobre grandes tecnológicas.

Para Netflix, sin embargo, el argumento central está en la eficiencia operativa y en la consolidación de una industria que ya se mueve hacia modelos híbridos entre streaming, cine y televisión tradicional.
Un negocio que reordena el tablero corporativo
El contexto previo de la operación es clave. Warner Bros. Discovery ya había anunciado su intención de dividirse en dos compañías públicas, una enfocada en streaming y estudios (incluyendo HBO Max, DC Studios y Warner Bros. Television) y otra destinada a administrar sus redes globales como CNN y TNT. Pero la oferta no solicitada de Paramount, que inicialmente valoró al conglomerado en US$20 por acción, aceleró la dinámica y abrió la puerta a negociaciones con varios interesados.
La entrada de Netflix cambió el rumbo. Con capacidad financiera, escala internacional de distribución y una estrategia agresiva de propiedad intelectual, se posicionó rápidamente como el comprador más sólido. Ahora, la discusión pública se trasladará a si el mercado global puede absorber una integración de este tamaño sin afectar competencia, precios y acceso de los consumidores.

Mientras el mercado evalúa los efectos, la operación ya marca un antes y un después. Para Netflix, es la oportunidad de consolidar su liderazgo en una industria saturada y presionada por los costos crecientes de producción. Para Warner, significa encontrar estabilidad tras años de fusiones, reestructuraciones y caída del valor en bolsa.
El 2026 será decisivo. Reguladores, legisladores y el propio mercado determinarán si esta megafusión se convierte en la mayor consolidación del entretenimiento moderno o en uno de los intentos fallidos más costosos del sector.
