Pese a la reciente desaceleración de la inflación, el panorama macroeconómico de Colombia presenta serias amenazas. El Banco de la República, en su más reciente Informe de Política Monetaria, advirtió que los riesgos fiscales y la incertidumbre externa podrían retrasar, e incluso descarrilar, la convergencia hacia la meta de inflación del 3%. La entidad hizo un llamado de atención sobre el deterioro del marco fiscal, que ha elevado la prima de riesgo del país.
Los riesgos fiscales se han intensificado tras la publicación del Marco Fiscal de Mediano Plazo. En este documento, el Gobierno proyecta un déficit fiscal del 7,1% del PIB para 2025 y un 6,2% para 2026, cifras significativamente superiores a las estimaciones anteriores. Estas proyecciones no solo revelan una presión creciente sobre las finanzas públicas, sino que también han afectado la percepción de riesgo de Colombia en los mercados internacionales.

Como resultado, la prima de riesgo del país, medida a través del credit default swap a cinco años, aumentó considerablemente. Se espera que promedie 232 puntos básicos en 2025 y 255 en 2026. Este encarecimiento del financiamiento externo complica aún más la tarea del Banco de la República, que ha mantenido su tasa de interés en 9,25% como una medida de cautela.
El Banco de la República ha sido claro en su diagnóstico, si el gasto público sigue aumentando sin ingresos sostenibles, la presión sobre los precios podría intensificarse. Una política fiscal expansiva en un contexto de altas tasas y elevada deuda actúa como un combustible adicional para la inflación. El informe advierte que el deterioro fiscal ha elevado la vulnerabilidad del país ante choques financieros, complicando la efectividad de la política monetaria.
Amenazas externas y su impacto en la economía
A los riesgos fiscales internos se suma un contexto internacional inestable. Las políticas arancelarias de Estados Unidos siguen generando volatilidad y la Reserva Federal mantendrá su tasa en niveles altos por más tiempo de lo previsto. Esto afecta las condiciones de crédito y el flujo de capitales hacia mercados emergentes como Colombia, limitando el margen de maniobra de la política económica.
El precio del petróleo, una de las principales fuentes de divisas del país, también ha sido revisado a la baja. El Banco estima un promedio de US$68 por barril Brent para 2025, por debajo de los niveles anteriores. Aunque productos como el café y el oro han tenido un buen desempeño, no son suficientes para compensar la caída en los ingresos del sector minero-energético, lo que añade otra capa de presión.

Un aspecto igualmente importante es cómo los riesgos fiscales pueden frenar el crecimiento. Si el Gobierno se ve obligado a realizar ajustes bruscos, como recortes en inversión pública, el crecimiento del PIB podría resentirse. De hecho, el Banco ajustó a la baja su proyección para 2026, de 3,0% a 2,9%, en parte debido a estos factores.
Colombia enfrenta un complejo dilema: mantener el impulso económico sin comprometer la estabilidad de precios. La prudencia del Banco de la República sugiere que, aunque la inflación esté bajando, aún no es el momento de relajar la política monetaria, especialmente cuando el panorama está dominado por riesgos fiscales que podrían anular los esfuerzos antiinflacionarios.
El desafío principal es restaurar la credibilidad fiscal con reglas claras y un plan de reducción de déficit creíble. Sin ello, el objetivo de inflación podría volverse inalcanzable.
