Tras las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial en Washington, Colombia recibió un mensaje contundente: el panorama global se oscurece, y los retos fiscales del país amenazan su credibilidad financiera. La suspensión temporal de la Línea de Crédito Flexible (LCF) pone en riesgo un sello de confianza clave para la economía colombiana, en un momento donde la estabilidad es más necesaria que nunca.
El FMI recortó su proyección de crecimiento global para 2025 a 2,8%, medio punto menos que en enero, impactado por la guerra comercial desatada por los aranceles impuestos por Donald Trump. Los mercados reflejan el pesimismo: las bolsas globales han perdido billones de dólares, el petróleo cae por debajo de los 70 dólares el barril ante una menor demanda, y el oro alcanzó un récord de 3.500 dólares la onza como refugio. Este contexto golpea a Colombia, cuya economía depende de exportaciones y financiación externa.

Preocupación por el déficit fiscal
El FMI reconoció avances en Colombia, como un crecimiento del 2,6% en 2025 y una inflación que converge al 3%, gracias a un esquema de flexibilidad cambiaria y metas claras del Banco de la República. Sin embargo, alertó sobre el aumento del déficit fiscal y la deuda pública en 2024, que superaron las proyecciones.
El Ministerio de Hacienda, liderado por Germán Ávila, aseguró que trabaja en políticas para cumplir la meta de déficit del 5,1% en 2025, fortaleciendo el recaudo tributario y ajustando el gasto público. Las reservas internacionales, en 63.400 millones de dólares, se mantienen en niveles adecuados según métricas del FMI.
Credibilidad en la cuerda floja
La demora en la consulta del Artículo IV, que evalúa la solidez macroeconómica del país, genera incertidumbre sobre la continuidad de la LCF. Este instrumento, que Colombia ha mantenido por su manejo responsable, es una carta de presentación ante inversionistas.
Perderlo elevaría los costos de financiación, cuando el país ya enfrenta tasas de interés altas: los bonos globales a 5 y 10 años rinden 7,5% y 8,75%, frente al 6,45% de Perú o el 5% de la CAF. La situación fiscal, agravada por la salida del exministro Diego Guevara, complica la respuesta del gobierno.
El panorama global y las alertas del FMI obligan a Colombia a actuar con rapidez para ordenar sus finanzas y preservar su prestigio en los mercados internacionales. La cuenta regresiva está en marcha.
