El dólar en Colombia cerró la semana con un descenso notable, cotizándose en promedio a $4.338 este viernes, según datos de la Bolsa de Valores recopilados en Bogotá el 11 de abril. Esto representa una baja de $13 frente a la Tasa Representativa del Mercado (TRM) de $4.351, reflejo de la alta volatilidad desencadenada por la escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Impacto global de la guerra comercial
El anuncio de China de elevar los aranceles al 125% sobre productos estadounidenses, en represalia por los gravámenes del 145% impuestos por la administración de Donald Trump, sacudió los mercados globales. La bolsa de Nueva York abrió a la baja, mientras las plazas europeas cerraron en rojo, con caídas promedio del 0,5%. “La incertidumbre arancelaria está golpeando la confianza de los inversores”, señaló Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote Bank, destacando el impacto potencial en el crecimiento, la inflación y el empleo.

En este contexto, el dólar profundizó sus pérdidas, cayendo a niveles no vistos en años frente al euro, con una depreciación del 5% en el último mes. La moneda, tradicionalmente vista como refugio, enfrenta presión por las políticas impredecibles de Trump, que han erosionado su credibilidad en los mercados cambiarios.
Efectos en la economía colombiana
En Colombia, la caída del dólar beneficia a las empresas importadoras, que ven reducidos los costos de insumos y bienes de capital. Sectores como la tecnología y la construcción podrían aprovechar esta coyuntura para optimizar compras. Sin embargo, los exportadores, particularmente los agrícolas, enfrentan márgenes más estrechos, ya que reciben menos pesos por productos como el café o las flores, que representan el 60% de las ventas al exterior según Analdex.
La apreciación del peso colombiano también responde a la fortaleza relativa de otras monedas emergentes y a las expectativas sobre la política monetaria de la Reserva Federal, que podría ajustar tasas ante la incertidumbre global. Un informe del Banco de la República señala que la volatilidad cambiaria ha complicado la planeación de las pymes, que constituyen el 90% del tejido empresarial del país.
