Expectativas de inflación en Colombia para 2025 suben a 4,5%, según el Banco de la República

El Banco de la República ha ajustado al alza su pronóstico de inflación para el cierre de 2025, ubicándolo en 4,5%, un nivel que se aleja de su meta del 3% y refleja las presiones económicas que persisten en Colombia. Este incremento, anunciado en la Encuesta Mensual de Expectativa de Analistas Económicos, responde a un repunte del índice de precios al consumidor (IPC) en los primeros meses del año, con un 5,22% en enero y un 5,28% en febrero, según datos del DANE. Analistas de Fedesarrollo, Davivienda y Bancolombia también han revisado sus proyecciones, alineándose con un escenario de mayores costos que impactan a empresas y hogares.

El ajuste en las expectativas inflacionarias llega en un momento clave para la economía colombiana, marcada por la indexación de sectores como arriendos, educación y transporte público al 9,28% de inflación de 2024, lo que ha elevado los precios de servicios esenciales. Mientras tanto, la proyección para 2026 ofrece un respiro relativo, con un estimado de 3,72%, aunque sigue por encima del objetivo del Ministerio de Hacienda (3,6%). Este panorama plantea retos para la política monetaria y el crecimiento económico del país.

Presiones inflacionarias y su impacto en el mercado

El aumento del IPC en el primer bimestre de 2025 tiene raíces claras. Los arriendos, afectados por la alta inflación del año anterior, han subido significativamente, al igual que los costos educativos y el transporte público, rubros que representan una carga importante para los colombianos. Laura Clavijo, directora de Investigaciones Económicas de Bancolombia, señala que el ajuste del salario mínimo para 2025, definido por el Gobierno, ha añadido presión adicional. “Es un factor significativo que eleva los costos laborales de las empresas formales y se traslada a tarifas de servicios, generando un efecto de indexación”, explica.

A esto se suma la incertidumbre energética. Camilo Pérez, jefe de investigaciones económicas del Banco de Bogotá, advierte que la posible suspensión de importaciones de gas a partir de septiembre u octubre podría disparar las tarifas energéticas, un riesgo que podría complicar aún más el control inflacionario. En marzo, el DANE reportará el próximo IPC, con estimaciones del Banco de la República y Fedesarrollo apuntando a un 5,17% anual, mientras el Banco de Bogotá proyecta un 5,04%, impulsado por una menor incidencia de matrículas privadas pero contrarrestado por alzas en alimentos como frutas y tubérculos.

El sector empresarial, especialmente las Pymes, siente el impacto de estas dinámicas. Los mayores costos operativos, sumados a la inflación en restaurantes y hoteles por el encarecimiento de comidas fuera del hogar, limitan la capacidad de ajuste de pequeños emprendedores. En contraste, grandes compañías formales trasladan estos incrementos a los consumidores, lo que perpetúa la tendencia al alza.

Política monetaria y proyecciones a futuro

Ante este escenario, las expectativas sobre la tasa de intervención del Banco de la República también se han ajustado. Bancolombia estima que cerrará 2025 en 7,5%, mientras Fedesarrollo y el Emisor la sitúan en 7,75%. “La coyuntura internacional, con mensajes proteccionistas y tasas altas sostenidas, podría limitar el crecimiento potencial de la economía colombiana”, indica Clavijo. Esto sugiere que la flexibilización monetaria será gradual, priorizando el control inflacionario sobre estímulos al consumo.

Para marzo, las proyecciones anticipan un IPC con variaciones mixtas. Aunque la menor incidencia de matrículas educativas podría aliviar la presión, factores como el posible traslado de la deuda energética de los estratos bajos a los altos en la costa Caribe –tras el aplazamiento de la Ley de Financiamiento– podría encarecer los servicios públicos. Este ajuste, estimado en $2,7 billones, es un punto de atención para analistas y empresarios.

El panorama para 2025 y 2026 refleja una economía en tensión. Aunque las proyecciones a mediano plazo se acercan a la meta del 3%, los choques actuales –desde el salario mínimo hasta los costos energéticos– mantienen la inflación como un desafío estructural. El próximo reporte del DANE, en dos semanas, será clave para medir si las tendencias de los primeros meses se consolidan o si surgen señales de alivio para el mercado colombiano.

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